Había una vez un hombre llamado Jose, que tenía un terreno 
precioso, humilde pero lleno de alegría y color. Era conocido en el 
pueblo por el trabajo de sus jornaleros que habían hecho de un matojo de
 hierbas el campo mas llamativo del pueblo y se habían ganado el respeto
 y de todo el pueblo gracias a sus esfuerzos por méritos propios. 
Un día llamó a su puerta un antiguo amigo y, ente lágrimas, le 
reconoció que estaba arruinado. Jose sintió una enorme tristeza por el 
que fué uno de sus mejores amigos y le propuso un trato. Él le ayudaría a
 recuperar su fortuna, a cambio, su amigo debería proporcinarle el lujo y
 prestigio que, según él, le faltaban a sus tierras. El amigo aceptó sin
 pensarlo y esa misma noche robaron todo lo que poseían los ganaderos y 
campesinos de su pueblo. Tras el robo, el amigo de Jose desapareció y ni
 él ni nadie en el pueblo volvió a saber de él. 
Uno de los ganaderos a los que Jose y su misterioso amigo dejaron 
sin nada, reconoció a Jose por la calle y acusó al hombre del 
responsable del robo. El pueblo enfureció con Jose y lo denunciaron. No 
satisfechos con entregarlo a la policia, intentaron entrar en sus 
tierras, destrozando todo aquello que se les ponía por delante, pero los
 fieles trabajadores de Jose defendieron a su patrón y las tierras con 
las que tanto esfuerzo habían creado. 
Un buen dia los mismos trabajadores se disponían a ir a su puesto 
de trabajo cuando se encontraron el terreno convertido en un autentico 
palacio, incluso, había cambiado sus modestas gallinas por lujosos 
caballos, y su humilde cabaña por una enorme mansión. Los trabajadores 
extrañados, le pedían explicaciones a Jose, a lo que el hombre respondió
 despidiendolos a todos por hacer demasiadas preguntas. Despidió a cada 
uno de los que habían levantado aquel triste terreno de arena en uno de 
los campos mas envidiados del pueblo...Pero esto no le preocupaba a 
Jose, ya que tenía una nueva plantilla de jornaleros que, aunque no 
hacían bien su trabajo, le apoyaban y no hacían preguntas.
Los que fueron sus trabajadores empezaron a investigar, y 
descubrieron que quien realmente desvalijó al pueblo no fue aquel amigo 
que desapareció, sino Jose, y le declararon la guerra junto a los demas 
campesinos.
La preciosa fortaleza que construyó Jose estaba rodeada de 
descuidados jardines y árboles sin vida. Donde antes había un corral 
ahora había un enorme establo para sus nuevos caballos y donde antes 
tenía un pequeño huerto del que vivía ahora había construído una 
maravillosa piscina...muy grande y muy lujosa, pero apagada y triste.
Aun así, Jose tenía a sus lacayos y se sentía grande e invencible 
ante el humilde, pero poderoso y numeroso pueblo que aclamaban su marcha
 del pueblo y pedían a gritos que abandonara el CORTIJO que había creado
 a costa de robarle a sus propios vecinos, despreciando el trabajo que 
con tanto sacrificio habían realizado sus fieles trabajadores.
La guerra está abierta, Jose no se marcha y continúa destrozando el
 esfuerzo de tantos trabajadores, lo que está claro es que esos 
trabajadores no se van a rendir.Llevan años labrando cada metro de esas 
tierras, pasando sus herramientas de padres a hijos, de generación en 
generación y llevando con orgullo el nombre de unas tierras que un dia 
un tal Don Ramón Sánchez Pizjuan dejó caer en las garras de una saga de 
ladrones y asesinos como la familia Del Nido. No se rendirán nunca, no 
llevan llenando de colores y alegría el campo de Don Ramón desde 1975 
para que ahora venga un ladrón de palabras bonitas y tire por la borda 
lo que tantos años de sacrificio les ha costado levantar. Lo que para 
ti, "Don" Jose Maria del Nido, no es mas que un cortijo donde blanquear 
dinero y hacer y deshacer a tu antojo tus múltiples delitos, para 
nosotros es una grada llena de vivencias durante 37 años, donde hemos 
llorado abrazados a nuestros amigos al ganar la primera copa de la UEFA y
 donde hemos llorado despidiendo a uno de los nuestros. Donde hemos 
celebrados victorias y hemos defendido derrotas. Donde hemos animado, 
cantado, no niego que no tengamos fallos como todo el mundo, pero 
sobretodo llevando el volandas unos colores y luciendolos con orgullo 
alli donde íbamos.
Por eso, Sevilla, no te enfades con nosotros, no hemos dejado de 
quererte, solo que no nos dejan demostrarte nuestro amor. Por eso no te 
abandonamos, y aunque nos traten como perros enjaulandonos y cacheando a
 nuestros abuelos, te cantamos tan fuerte desde tu mosaico que hasta 
Antonio une su voz a la nuestra, defendiendo nuestros colores y nuestro 
orgullo tal y como nos enseñaron nuestros padres. Y escuchame bien Jose,
 nadie, repito NADIE podrá con nosotros. 
La guerra está abierta, aun no se sabe como terminará esta historia...pero realmente, lleva toda la vida escrita
MariaSandel75 y su indignación
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