lunes, 10 de septiembre de 2012

Basado en echos reales. Por María Sandel

Había una vez un hombre llamado Jose, que tenía un terreno precioso, humilde pero lleno de alegría y color. Era conocido en el pueblo por el trabajo de sus jornaleros que habían hecho de un matojo de hierbas el campo mas llamativo del pueblo y se habían ganado el respeto y de todo el pueblo gracias a sus esfuerzos por méritos propios. 
Un día llamó a su puerta un antiguo amigo y, ente lágrimas, le reconoció que estaba arruinado. Jose sintió una enorme tristeza por el que fué uno de sus mejores amigos y le propuso un trato. Él le ayudaría a recuperar su fortuna, a cambio, su amigo debería proporcinarle el lujo y prestigio que, según él, le faltaban a sus tierras. El amigo aceptó sin pensarlo y esa misma noche robaron todo lo que poseían los ganaderos y campesinos de su pueblo. Tras el robo, el amigo de Jose desapareció y ni él ni nadie en el pueblo volvió a saber de él. 
Uno de los ganaderos a los que Jose y su misterioso amigo dejaron sin nada, reconoció a Jose por la calle y acusó al hombre del responsable del robo. El pueblo enfureció con Jose y lo denunciaron. No satisfechos con entregarlo a la policia, intentaron entrar en sus tierras, destrozando todo aquello que se les ponía por delante, pero los fieles trabajadores de Jose defendieron a su patrón y las tierras con las que tanto esfuerzo habían creado. 
Un buen dia los mismos trabajadores se disponían a ir a su puesto de trabajo cuando se encontraron el terreno convertido en un autentico palacio, incluso, había cambiado sus modestas gallinas por lujosos caballos, y su humilde cabaña por una enorme mansión. Los trabajadores extrañados, le pedían explicaciones a Jose, a lo que el hombre respondió despidiendolos a todos por hacer demasiadas preguntas. Despidió a cada uno de los que habían levantado aquel triste terreno de arena en uno de los campos mas envidiados del pueblo...Pero esto no le preocupaba a Jose, ya que tenía una nueva plantilla de jornaleros que, aunque no hacían bien su trabajo, le apoyaban y no hacían preguntas.
Los que fueron sus trabajadores empezaron a investigar, y descubrieron que quien realmente desvalijó al pueblo no fue aquel amigo que desapareció, sino Jose, y le declararon la guerra junto a los demas campesinos.
La preciosa fortaleza que construyó Jose estaba rodeada de descuidados jardines y árboles sin vida. Donde antes había un corral ahora había un enorme establo para sus nuevos caballos y donde antes tenía un pequeño huerto del que vivía ahora había construído una maravillosa piscina...muy grande y muy lujosa, pero apagada y triste.
Aun así, Jose tenía a sus lacayos y se sentía grande e invencible ante el humilde, pero poderoso y numeroso pueblo que aclamaban su marcha del pueblo y pedían a gritos que abandonara el CORTIJO que había creado a costa de robarle a sus propios vecinos, despreciando el trabajo que con tanto sacrificio habían realizado sus fieles trabajadores.
La guerra está abierta, Jose no se marcha y continúa destrozando el esfuerzo de tantos trabajadores, lo que está claro es que esos trabajadores no se van a rendir.Llevan años labrando cada metro de esas tierras, pasando sus herramientas de padres a hijos, de generación en generación y llevando con orgullo el nombre de unas tierras que un dia un tal Don Ramón Sánchez Pizjuan dejó caer en las garras de una saga de ladrones y asesinos como la familia Del Nido. No se rendirán nunca, no llevan llenando de colores y alegría el campo de Don Ramón desde 1975 para que ahora venga un ladrón de palabras bonitas y tire por la borda lo que tantos años de sacrificio les ha costado levantar. Lo que para ti, "Don" Jose Maria del Nido, no es mas que un cortijo donde blanquear dinero y hacer y deshacer a tu antojo tus múltiples delitos, para nosotros es una grada llena de vivencias durante 37 años, donde hemos llorado abrazados a nuestros amigos al ganar la primera copa de la UEFA y donde hemos llorado despidiendo a uno de los nuestros. Donde hemos celebrados victorias y hemos defendido derrotas. Donde hemos animado, cantado, no niego que no tengamos fallos como todo el mundo, pero sobretodo llevando el volandas unos colores y luciendolos con orgullo alli donde íbamos.
Por eso, Sevilla, no te enfades con nosotros, no hemos dejado de quererte, solo que no nos dejan demostrarte nuestro amor. Por eso no te abandonamos, y aunque nos traten como perros enjaulandonos y cacheando a nuestros abuelos, te cantamos tan fuerte desde tu mosaico que hasta Antonio une su voz a la nuestra, defendiendo nuestros colores y nuestro orgullo tal y como nos enseñaron nuestros padres. Y escuchame bien Jose, nadie, repito NADIE podrá con nosotros. 
La guerra está abierta, aun no se sabe como terminará esta historia...pero realmente, lleva toda la vida escrita

MariaSandel75 y su indignación

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